domingo, 17 de mayo de 2020

Estoy viviendo varias vidas a la vez

Aviso a navegantes: si estás agobiado, no me leas en este momento. Puedo llegar a ser un jeringazo de ansiedad, aunque puede que también me convierta en una vía de escape para ti. Tú eliges. 


Estos días en los que la gente sale a la calle en avalancha, a respirar un poco de aire fresco, yo he decidido quedarme en casa. 
Para mi no es suficiente la promesa de la "nueva normalidad", no me complace. 
El otro día hablaba con mis padres de que cuando acabe los exámenes el mes que viene, no voy a tener una recompensa. Se me hace un nudo en la garganta por ser tan egoísta, con mi pensamiento etnocéntrico, que no ve más allá de lo que muchos llaman "los problemas del Primer Mundo". 
Pero es que quiero mi vida de antes, obligada a coger el autobús de la universidad que iba siempre a tope y recompensada por mi sidra de fresa de los viernes por la noche. 

No quiero ser madura por un momento. Por una vez me quiero tomar esa licencia y ser una niñata que solamente quiere una vida sin bajones como este. Quiero poder bañarme en la playa sin remordimientos y no sentir que me falta el aire por culpa de una mascarilla de papel. Y también, puestos a desear, quiero poder hacer manualidades tontas con unos niños en mitad del campo, que durante una semana son capaces de renovarme las ganas de todo. 

Supongo que el confinamiento me está haciendo delirar, a la vez que me convierte un poco en el "probe Miguel que hace mucho tiempo que no sale" y "que se está convirtiendo en ermitaño".

En este momento de drama sin fin es cuando me refugio en los libros, para no pensar tanto en mi supongo. Es así como estoy viviendo varias vidas a la vez. No son mías, pero las siento como tales. 
Evelyn Hugo y sus siete maridos, quien me ha enseñado que la fama puede ser muy amarga. La experimentada Bittori, a quien le arrebataron a su querido Txatito un domingo lluvioso. 
Y ahora, Helia, Raquel, Joaquín y Silke que me enseñan todas las formas de amor que existen. No estoy citando nombres al azar; si lo estuviera haciendo, sin duda elegiría nombres mucho más aburridos. Ellos son personajes de "El amor huele a café". 
Como me gustaría ir a una cafetería como "El Confidente de Melissa" a tomarme un capuchino y un trocito de tarta de zanahorias. He empezado a salivar, perdonad mi indiscreción. 

Quizás habréis notado que en este último párrafo mi tono es diferente y es que es otro día, otra noche más bien. Mi musa me visita poco y se va rápidamente estas últimas semanas y aunque me duela, debo reconocer que estoy escasita de inspiración; no como Carrie Pilby, que tiene hasta una historia sobre el nombre del portero de su edificio. 
Qué cosas... Algunos tanto y otros tan poco. 


Pd: no quería acabar la entrada sin decir los libros de los que hablo en esta entrada, por si os han producido curiosidad y os morís por leerlos: 
-Los siete maridos de Evelyn Hugo de Taylor Jenkins Reid
-Patria de Fernando Aramburu 
-El amor huele a café de Nieves García Bautista
-Un sitio para Carrie de Caren Lissner



4 comentarios:

  1. Ojalá todos los jóvenes fueran tan responsables cómo tú. Me encanta que ocupes tu tiempo en mi pasión y gracias por compartir. Un beso muy fuerte

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