domingo, 15 de septiembre de 2019

El campamento de verano

Ahora que he vuelto a la normalidad, siento cierta nostalgia. La ilusión por el primer campamento, los sentimientos a flor de piel. Ha sido una experiencia con mucho significado para mi.

Dormirme con lágrimas en los ojos y despertarme con ganas por el nuevo día que comenzaba. Estar empapada en el campo de fútbol tras una guerra de agua entre monitores de actividades y pasar de pronto al comedor para hablar de los dientes de leche con las niñas de mi cabaña.
Tratar de encontrar wifi haciendo malabares sobre una piedra. Es el wifi de Dios.
Es el ritmo frenético de Jara.

Tratar de explicar sensaciones que no sabes descifrar es ciertamente difícil. Trasladaros a vosotros a ese lugar que concebí como un refugio es una tarea a la que me estoy ahora mismo enfrentando.
Cierro por un instante los ojos en la noche de la ciudad y consigo viajar hasta la noche de Jara. Es un cielo que está lleno de estrellas hasta el horizonte que tus ojos pueden llegar a ver. Es como un planetario en la vida real.
Las estrellas, las veladas y por supuesto, las reuniones a las 2 de la madrugada aromatizadas con mentapoleo definían las noches en el campamento. A pesar de las pocas horas de sueño, los responsables y los monitores de actividades conseguíamos no dormirnos bebiendo alguna que otra taza de café.
Cuando los nervios nos hacían perder las ganas, alguien siempre nos recordaba:
¿Qué somos? Un equipo
¿A qué venimos? A trabajar
¿Por quiénes venimos? Por los niños
¿Quién nos sostiene? El Señor

Más de 1 garrafa de agua se pudo llenar con nuestras lágrimas, pero muchas más se pudieron llenar de ilusión, de sonrisas... y de tierra, que llenaba nuestros calcetines todos los días.
Todo el esfuerzo pareció tener cierto sentido la última noche, en la que los acampados estaban invitados al circo. Abundaron los payasos, una familia de mimos fotografiándolo todo, alguna que otra pitonisa y unos disfraces de Dumbo de lo más originales.
La banda sonora de aquella noche era "The Greatest Show", canción que ya es en mis recuerdos más que una simple melodía.

Se despide la que fue la payasita llorona, a veces niña, a veces respon de actividades, a veces Ana Fe "Reina de las cruces", a veces espectadora y a veces participante de lo que sucedía en aquel lugar mágico de Archidona.