lunes, 6 de abril de 2020

Conversación sobre diamantes

Desayuno con diamantes ha sido otro motivo para que adore, aun más, a Audrey Hepburn, aunque ciertamente sería incapaz de no enamorarme perdidamente de ella tras el primer instante de verla actuar.
En esta película se convierte en Holly Golightly, una chica de poco más de veinte años que es elegante, algo rara y perspicaz. Tiene una gran habilidad para la persuasión, consigue engatusar a todos los que se propone; sin embargo, el alcohol tiene la habilidad de persuadirla a ella.

Con un café y croissants en una mano y su cigarrillo en la otra, se dispone cada mañana a desayunar frente a la lujosa tienda de diamantes Tiffany&Co. Vive en un pequeño apartamento de Nueva York con pocos muebles y su compañero de piso es un gato sin nombre.

Un escritor vive en el piso de arriba, se ha mudado hace poco. La señorita Golightly lo bautiza como "Freud", pues le recuerda a su hermano, que está en el ejército y con quien compartió una infancia complicada. Casi todas las mañanas le sorprende con una copa de champán antes de desayunar, eso nunca le falla.
Aunque es experta en organizar fiestas que acaban por desmadrarse, no sabe gestionar su dinero. De ahí que deje esos menesteres a un administrador de confianza, un penado que vive en la cárcel de Sing Sing y al que Holly visita todos los jueves para anunciarle "el tiempo meteorológico".

Ella es "francamente farsante" consigo misma. No admite sus sentimientos por el amigo Freud, pues teme que le arrebaten su libertad, que la priven de sus paseos en taxi a Tiffany´s o a la cárcel de Sing Sing o de robar alguna que otra baratija en unos grandes almacenes.

Quizás todos tengamos algo de su personalidad, tengamos cambios de humor o nos pintemos los labios de rojo antes de conocer una noticia importante.


Os recomiendo encarecidamente que la conozcáis y que tratéis (seguramente con dificultad) de no quedaros embobados con sus gestos, con su forma de andar, con ella en su conjunto.