martes, 24 de marzo de 2020

Redacción de un texto inconexo

"Y nadie nos entenderá, es cuestión de amar"
Esta es una frase de una canción que aun no está registrada oficialmente. 13500 pulsaciones, de Julia Medina y Gonzalo Hermida, una joyita que nos deja esta cuarentena.
Estaba cantándola mentalmente mientras me lavaba los dientes. Ya sabíais que suele inspirarme por las noches, recostada en mi cama y ahora sabéis que también me inspiro frente al espejo, mientras tengo la boca llena de dentífrico con sabor a limón transgénico. (No sabe bien, os lo aseguro).

Además de la canción, me he puesto a pensar en mi guitarra. "Me llama y me llama y no sé qué hacer". Copyright. Pues eso, que me atrae, pero quizás no lo suficiente. O quizás sea mi problema y por eso nuestra relación no funciona.
-"No es por ti, es por mi"-susurraba melancólica a mi guitarra.

También estaba recordando que debía ordenar mi armario. El método Kon Mari me llama, al igual que mi guitarra, pero a él le cuelgo a propósito.
Y vuelta a la canción de las pulsaciones e inconscientemente, al rap impronunciable de Tusa.

Ahora que he captado vuestra atención con estas frases de palabras que he conectado como podía, quería comentaros una reflexión que he hecho estos días, esta vez no delante del espejo del lavabo. Me he "autorecomendado" no pensar en lo que voy a hacer después de la cuarentena. Puede que a alguna de vosotras os sirva, pero a mi me perjudica más de lo que me favorece. Por eso creo que para mi el pensamiento realmente útil es el de "actuar ahora". Pensar todo aquello que quiero hacer estando en casa. Así que, por mi parte, os aconsejo manteros ocupadas, cantar a grito pelado, bailar a modo de deporte o leer las entradas de una servidora (como hago el spam eh), que ya pegará a nuestras puertas la postcuarentena.

viernes, 20 de marzo de 2020

Cuando su propósito es sobrevivir

Durante el día no soy capaz de despejar mi mente. Cualquier pensamiento, por muy banal que sea, revolotea sin control por mi mente y no soy capaz de capturarlo y hacerlo invisible.

Ahora, tumbada en la cama, estoy atenta a mi respiración. Los tutoriales de YouTube de yoga me recomiendan la atención a la forma en la que respiro. Hice la sesión esta mañana, pero sus indicaciones cobran verdadera importancia ahora. Quizás sea porque no tengo que estar alerta a que mi mano ceda, mientras mi rodilla derecha permanece flexionada y mi rodilla izquierda esta estirada; y noto como se me tensan los cuádriceps, y siento que mi barbilla va a besar el suelo en "cero coma".

Volviendo al tema de la respiración, estaba pensando: "qué complicado sería si tuviese que controlar conscientemente mi respiración". Seguramente acabaría por dedicarme exclusivamente a respirar. Eso me lleva a concluir que mi vida no sería nada gratificante, que el hecho de sobrevivir no me haría feliz. Sin embargo, eso que para mi no es ni siquiera un problema, para muchos otros, quizás algunos de los que estáis leyendo mis palabras, el mero hecho de sobrevivir se convierte en un reto, por una enfermedad o la situación de vuestro país que os lo impide.
Vivir es un deseo que pedís a Dios, al universo o a la Madre Tierra, cuando os embarcáis en una travesía de tratamientos y personas que se compadecen de vosotros; cuando muchos huyen de un país que les asesina, cruzando un mar o un océano para llegar a las costas de otros países que les rechazan.

Para muchos de nosotros la supervivencia no se materializa como pensamiento, mientras que para otros, se vuelve una forma obligada de existir.