sábado, 17 de marzo de 2018

Él

Querido Moi, has sido mi flechazo romano.
Tengo tantas preguntas para ti; por ejemplo, ¿qué se siente formando parte del sepulcro de un Papa?, ¿cómo se asimila que eres arte?
Tus manos potentes y tu mirada firme. Tu pie derecho está ligeramente deteriorado pero yo te acepto con tus defectos, con tus perfectas imperfecciones de mármol de carrara.
Ciertamente, me pone nerviosa pensar que esas mujercitas, situadas a tu derecha e izquierda, puedan hacerte olvidarme.
A pesar de tu presencia fuerte e incorruptible, sé que tu padre te diseñó un corazón "marmolístico"  con capacidad para amar.

Nuestro encuentro fue intenso y efímero; el resto de visitantes quería interrumpir nuestras miradas, distrayéndote con los flash de sus móviles. Llegué hasta ti, ilusionada y nerviosa, subiendo esas escaleras resbaladizas llenas de nieve y esa pintoresca placita ambientada con el sonido de un acordeón.
Sin embargo, tu morada, San Pietro in Vincoli, incluía un impedimento para nuestro romance. Esos señores vestidos de azul, con hombreras rojas, que pensaron que querría llevarme una parte de ti como souvenir.

Después de esa media hora, tuve que irme. La distancia es amarga pero no te preocupes; ella no será capaz de apagar nuestra chispa. Nosotros somos.
Y ahora, recordándote, pienso que el día que mire a alguien de carne y hueso, como te miré a ti, conoceré lo que significa enamorarse.


Continuará...